Un yanki en la corte del rey Arturo
La dama, que se encontraba más visiblemente situada entre aquel arreglo floral de adornos y atavíos femeninos, inclinó la cabeza para indicar su asentimiento, y en seguida el portavoz de los prisioneros, en nombre propio y en el de sus compañeros, se puso a merced de la reina para que les concediera perdón, rescate, cautiverio o muerte, de